Su pasión por el cine volvió a quedar
reflejada en la exposición 50 años de cine
español, 1985, a la que
siguió, en 1989, Nijinsky y los grandes ballets rusos.
Tras un cierto
alejamiento, 1993 marcó su regreso a la ilustración con el
Retablo
infantil, sobre la obra de Manuel Llano, y El Quijote. En esta
última obra
da vida, en 80 óleos y casi un millar de dibujos a lápiz, a los
inmortales personajes
de Cervantes e inicia su acercamiento a la técnica del
óleo y, a la par, a la pintura.
Desde ese momento se suceden los trabajos de
envergadura, con publicaciones lujosas
y de gran formato en las que alterna
el óleo con el dibujo a lápiz de detalles.
Fruto de esta labor son los libros Monstruos,
duendes y seres fantásticos de la
mitología cántabra (1994), La vuelta
al cine en sesión continua y La
Biblia
contada a todas las gentes (1997).
En 2000 puso en marcha su exposición Amores
del cine, una nueva mirada al
séptimo arte, a la que siguió, en 2002, un
proyecto colosal, Moby Dick, para el
que creó, junto con Ángeles de la Gala y Jesús Herrán, la
Editorial Valnera.
En esta editorial ha publicado sus últimas
y celebradas obras: Moby Dick, El cine
de los Escolapios (las
memorias del artista), Gentes de Sotileza, El taller
de los
maestros, Los días del retablo, Diez judíos en La Casona, Miradas,
Transiciones, Agenda 2008 y un monumental Beato del siglo
xxi para la
Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria.
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