martes, 28 de abril de 2015

EL LIBRO DE LA SELVA

Título: El libro de la selva
Autor: Rudyard Kipling
Editorial: Anaya


LOS HERMANOS DE MOWGLI
Mowgli era un niño pequeño cuando empezó esta historia. Shere Khan, el tigre, tenía intención de comérselo. Pero no se encontraba muy lejos de la cueva de Madre Loba y Padre Lobo. Al final, ellos vieron al niño y, por curiosidad, lo llevaron con ellos. Mas Shere Khan no tardó en volver, esperando ver al bebé donde lo había dejado. Para su sorpresa, el bebé ya había desaparecido, y sabía dónde podía encontrarlo. Se dirigió a la cueva donde vivía la familia de lobos, preguntando por su cena. Sin embargo, los lobos se negaron a devolverle el niño; querían quedárselo y cuidarlo como si fuera un hijo más. Para eso, el niño tenía que ser aceptado en la Manada, lo cual se hacía con todos los lobos recién nacidos en una celebración en la Roca del Consejo. Al menos dos miembros del Consejo debían hablar en su favor. Baloo lo hizo, aunque fuera de otra especie pertenecía al Consejo. Bagheera no tenía voto allí, pero propuso un trato porque, pese a ser una pantera, quería que Mowgli creciera con los lobos. Les daba una pieza de caza a cambio de que lo aceptaran.  Y eso hicieron. Mowgli creció rodeado de lobos, conociendo las leyes de la selva, recibiendo clases de Baloo. Éste oso le enseñó las palabras-clave de la selva, para que se comunicara con todos los animales. Un día, mientras Baloo y Bagheera dormían, los Bandar-log, es decir, los monos, se llevaron a Mowgli. Gracias a las Palabras-clave, se comunicó con un pájaro que informó a Baloo y Bagheera de a dónde se llevaban al chico. Ellos buscaron ayuda para enfrentarse a los monos, y la encontraron en Kaa, una serpiente que llevaba mucho tiempo sin dormir y que poseía el poder de hipnotizar a los animales. Con su ayuda, lo consiguieron. Pero Mowgli tenía más problemas: Shere Khan había estado ganándose la simpatía de muchos de los lobos que había ido creciendo a la vez que Mowgli, y su intención era expulsarlo de la Manada y poder vengarse de él. Al final logró su propósito y el joven niño tuvo que marcharse. Llegó a un pueblo, al borde de la selva, donde le enseñaron el idioma de los humanos y comenzó a trabajar. Uno de sus antiguos hermanos lobos le avisó de los planes del tigre: aún seguía buscando venganza. Pero Mowgli era muy astuto e inteligente. Pensó que podía utilizar el rebaño de búfalos que cuidaba en el pueblo a su favor. Esperó al día oportuno cuando Shere Khan hubiera comido. Con la ayuda de su hermano lobo, a quien explicó su plan, dividió el rebaño en dos y creó una estampida desde ambos lados en la que Shere Khan, el malvado, quedó atrapado. Murió de esta manera. Pero un hombre en el pueblo que siempre inventaba historias a partir de algún hecho real, contó que Mowgli era un brujo. Y también fue expulsado del pueblo. Volvió con la Manada y siguió cazando con los cachorros. Se casó y tuvo hijos, sí, pero esa es otra historia. 

LA FOCA BLANCA
Kotich era una foca rara, una foca blanca. En su segundo año de vida, acudió con sus padres a una playa donde nacían nuevas crías y los holluschickie (focas solteras) buscaban con quién tenerlas. Un buen día decidió ir a jugar a la playa más alejada, donde las dunas, y contempló cómo unos hombres se llevaban a algunos holluschickie con ellos.  Él fue afortunado porque se creía que matar a las focas blancas daba mala suerte. Para los hombres era fácil llevarse focas; no eran demasiado listas en ese sentido y acudían solas con ellos. Kotich observó, con sus propios ojos, como mataban y despellejaban a todas aquellas focas. Se sintió horrorizado. Tal fue el espanto que había sentido que decidió que era mejor para él y sus futuras crías buscar un nuevo lugar donde acudir todos los veranos. Y así comenzó su viaje. Tras mucho buscar, dio con las Vacas Marinas que, según le habían contado, aunque fueran extrañas y con malos modales, conocían el lugar que él añoraba. Las siguió durante un largo viaje, y al final encontró aquel sitio que los hombres no habían pisado aún. Un lugar seguro. Volvió y contó lo descubierto. Se casó con una foca y vivieron en aquel nuevo lugar a donde cada vez acudían más curiosos.
RIKKI-TIKKI-TAVI
Rikki-tikki era una mangosta que encontró una casa. Allí había gente que la quería y la alimentaba, por esa razón, se quedó con ellos. Un día, cuando el niño de la familia se fue a sentar en las escaleras del porche, ella vio una serpiente muy pequeña pero terriblemente venenosa. Antes de que el niño fuera mordido por el animal, la mangosta saltó sobre ella y luchó. Al final la mató, salvando al niño. La familia estaba muy agradecida. Pero aquella no era la única amenaza: en el jardín vivían dos cobras que habían puesto huevos. Estas cobras se sentían molestas por la presencia de la mangosta y pensaron que matando a la familia la echarían a ella también. Así que una noche entraron en la casa y el macho, Nag, se escondió en el baño. Rikki-tikki se encontraba ahí porque había oído ruidos. Cuando Nag se hubo dormido, la mangosta pasó a la acción. Pero al ser atacada la cobra se despertó y comenzó a zarandear a Rikki-tikki, destrozando el baño. El hombre se despertó con el ruido. Cogió la escopeta y le pegó dos tiros a Nag. Ahora su mujer, Nagaina, buscaba venganza. Mientras la cobra, engañada por un pájaro que ayudaba a la mangosta, se alejaba del melonar, Rikki-tikki  buscaba sus huevos en el melonar. Cuando los encontró los estropeó. Pero Nagaina había entrado en la casa de los hombres para matarlos. Rikki-tikki fue a ayudarlos cuando el pájaro se lo dijo. Empezó a luchar con Nagaina pero esta fue lista y se escapó con el único huevo que Rikki-tikki había salvado para chantajearla. La mangosta sabía que tenía una sola oportunidad; la siguió a su madriguera y dentro la mató. Y vivió con la familia en un jardín libre de cobras.
TOOMAI, EL DE LOS ELEFANTES
Toomai el pequeño era el hijo de Toomai el grande, de la India, un cornaca, domador y cuidador de elefantes. No tenía miedo, era atrevido y tenía mucho aprecio al elefante de su padre, Kala Nag. Un día, un hombre blanco le se enteró de que había estado en una keddah, un cerco de elefantes, mientras estos peleaban, y le dijo que no debería meterse en una hasta que hubiera visto la Danza de los elefantes. Este fenómeno lo hacían los elefantes durante la primera noche después del tiempo de caza. Ningún humano había visto nunca aquello. Cuando estaban en un campamento, Kala Nag se liberó de sus cuerdas, Toomai se despertó, le pidió que le llevara con él y se subió a su lomo. Esa noche, admiró lo que ningún otro hombre había tenido oportunidad de admirar: la Danza de los elefantes. Desde ese día le llamaron Toomai el de los elefantes.
LOS SERVIDORES DE SU MAJESTAD
Un soldado que está en el ejército británico escuchaba una conversación entre animales cuando todo el campamento se desveló  causa de las pesadillas de unos camellos. Hablaba el caballo valiente, que cabalgaba con su dueño entre la muchedumbre para que el hombre estuviera cerca de los enemigos pero no demasiado; el mulo fuerte, que cargaba con cañones y sabía que debía estar muy quieto durante los disparos; el camello que cubría a los hombre al disparar; los bueyes que con su fuerza arrastraban enormes cañones; el perro… Todos ellos obedecían una misma orden: la del hombre.

COMENTARIO:

Me ha gustado mucho este libro. Es fácil y rápido de leer excepto algunas palabras escritas en otros idiomas y nombres muy complejos. Me ha chocado que dentro del mismo libro haya muchas historias.  Lo que más me gusta es que trata de meterse en la mente y razonamiento de los animales; como me encantan los animales, estos libros que te llevan a pensar como ellos me gustan mucho también. 
Comentado por: Anjana Allende, 4ºB

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